viernes, 11 de septiembre de 2015

Información

Imagen: Licencia Creative Commons.

















Cada vez es más frecuente escuchar a alguien hablar de la información, o decir que algo está informatizado. Es decir, que está almacenado, contabilizado o expresado en términos de información por medio de algún soporte que lo haga posible. Pero... ¿Qué es la información?

Bien. Empecemos por explicar el significado de la palabra. Según la Real Academia Española, información es conocimiento que permite ampliar o precisar lo que se sabe sobre algo. Y me gustaría completar la definición diciendo que el hecho de conocer, reduce la incertidumbre que tenemos de ese algo. En otras palabras, la información nos permite quitar el velo, la oscuridad, que impide entender el fenómeno u objeto que estemos estudiando. Así, cuanta más información tengamos, cuanto más sepamos, más se reduce la incertidumbre y mejor entendemos lo que se está observando.

Así lo he aprendido trabajando varios años con la interpretación y representación de la información. En este caso donde el objeto de estudio es la propia información, hay que tener muy claro el concepto para poder usarla con seguridad, y mostrarla sabiendo que alguien tomará decisiones con ella. Y algo que me enseñaron a considerar al momento de diseñar soluciones, es que, por más tecnología que exista, el emisor y el receptor en una comunicación en definitiva siempre son y serán personas, por lo que la interpretación de esa información puede llegar a ser subjetiva. A tenerlo bien presente.

Otro punto muy importante, sin entrar en detalles, es que la información se puede medir. Es cuantificable. Y esto no es menor porque es una ley que se aplica a todo el universo, y no sólo a lo que estamos acostumbrados en la vida cotidiana. Más adelante veremos un ejemplo.

¿Alguna duda? Hasta aquí hablamos de la información, pero hay un concepto asociado que es necesario explicar también: el dato. Un término que suele confundirse como sinónimo pero que no lo es. El dato es una medición cruda, sin análisis, sin procesamiento, sin sentido en sí mismo. Un dato aislado y sin analizar no sirve para nada. Se necesita de una persona que piense o de un proceso de transformación de algún tipo que lo convierta en información, dándole sentido.

Veámoslo con un ejemplo sencillo. Cuando hablamos de la probabilidad de lluvia el próximo fin de semana, estamos poniendo en números el grado de incertidumbre que tenemos según la información que obtuvimos realizando dos cosas: observando el estado actual del tiempo, y asociándolo con el pasado. Aquí ha ocurrido algo muy interesante. Por un lado tenemos una serie de datos observados y medidos, como ser la temperatura, la humedad, la presión ambiental, etc. Y por otro lado, el hecho de que esos datos se procesaron estadísticamente, se transformaron y asociaron con datos históricos para convertirse en información. Cuantos más datos -y luego, información- mayor será la precisión con la que conozcamos el fenómeno estudiado.

¿Y qué hacemos con la información que tenemos ahora? Aquí entra en juego otra etapa dentro del circuito de la información, que es la de la toma de decisiones. Esta etapa es donde se considera la información como punto de partida para luego realizar una acción en función de ella... ¿Llevo o no llevo el paraguas?

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